El motor es la clave de este modelo tan especial, pues utiliza el mismo que la VFR aunque ha sido un poco descafeinado ofrece 7 CV menos, situándose la potencia máxima de la Crossrunner en 101,8 CV. Un V4 que es una delicia porque brinda elasticidad, suavidad y una potencia y par más que suficientes para una moto que no pretende ser deportiva. Su distribución variable (sistema VTEC de Honda) es la responsable de estas agradables sensaciones cuando enroscamos el acelerador. Otra de las bondades es que gracias a un consumo moderado, Honda anuncia 348 km de autonomía con los 21 l., del depósito de combustible.

Llama la atención el asiento que parece ser muy amplio y bajo, aunque sus 816 mm no son poca cosa pero permiten ir bien a pilotos de cualquier altura. El manillar ancho y elevado seguro que contribuye a efectuar una conducción cómoda porque permite a los brazos ir relajados, sin forzar su posición.
Por tanto parece una moto muy apropiada para un gran número de escenarios, pues en ciudad seguro que de desenvuelve bien pero también lo hará en carreteras y autovía, gracias a su carenado y a la pequeña pantalla. Esto brinda la suficiente protección como para cubrir kilómetros sin acusar fatiga, pues la carrocería tiene un diseño, no sólo de tintes trail y futuristas, sino dinámicamente eficaz.
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